“I’m not bad… I’m just drawn that way”
Jessica Rabbit
La verdad, mi primera impresión no fue buena. Conocí a Marisela una mañana de noviembre de un día que no auguraba nada bueno. Llevaba un ajustado vestido negro en una mezcla de lycra y cuero y unos tenis marrón que la hacían lucir un tanto infantil.
Pasé la mañana y parte de la tarde en su compañía. Durante el almuerzo hablamos de la ausencia de su padre, de lo mucho que detestaba llevar el apellido de su madre, pues la relegaba a ser la última de la lista en el colegio, de su obsesión por los murciélagos y de su perro, un bull terrier llamado Caos.
Marisela habita los recovecos del mundo virtual bajo el asumido nombre de Lola. Suerte de personalidad alterna con la que ha logrado evadir la desesperante vulgaridad de la vida cotidiana y la insufrible monotonía de la adolescencia. A los veinte años ha sobrevivido los males comunes a las chicas de su generación, particularmente, la inseguridad, la depresión y la anorexia. Como muchas otras jovencitas de su edad, ha coqueteado con la idea del suicidio. En su encarnación de Lola, Marisela es una mujer de curvas peligrosas y una personalidad fuerte, sensual, inquietante. Su rol de hembra dominante lo ejerce desde el hornabeque de sus pechos y el terraplén de sus negros stilettos.
No se si estas son, en efecto, personalidades diferentes o si acaso se trata de un juego juvenil de identidades, en cualquier caso, Marisela / Lola asume lo que se propone con un entusiasmo denodado. Es diseñadora de ropa y modelo extraordinaria, esta interesada en la fotografía, los deportes extremos y la música, especialmente el Black Metal. Lleva tatuado en un costado de su cuerpo, en el estilo de trompe-l’œil, la imagen de un violín entre jirones de su propia carne.
Cuando nos despedimos y la vi alejarse entre la gente, tuve la sensación de haber estado jugando con una niña, al fotógrafo y la modelo. Fue un dia extraordinario.
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