V. 1.02
En los anales de esa ciencia ficticia, que algunos han dado en llamar arquitectura de la danza, Yaira es el nombre de la clave que sostiene la bóveda del Grand Jeté *. Su función se encuentra descrita en la página 527 del segundo tomo, en un artículo atribuido a un tal Byron Blanco, oscuro colaborador de periódicos subterráneos. Allí puede leerse a manera de conclusión: “… suspendida durante una fracción de segundo, en el centro del arco que dibuja la trayectoria del cuerpo en la ejecución del salto, Yaira desafía la gravedad y es al mismo tiempo, movimiento y reposo”.
Conocí a Yaira en uno de los momentos más difícil de su vida, un día del que ya olvide los pormenores. Desde entonces mantenemos una amistad a la que me atrevería a describir como productiva. Este blog, es de alguna manera, resultado de nuestras largas conversaciones en El Guanabano. Su estilo ecléctico, un tanto clásico, con toques góticos y en ocasiones agresivamente urbano hace que sea imposible clasificarla. Leve, casi etérea, engañosamente frágil. Está poseída por el duende de la danza.
Yaira es un espíritu libre, aventurero, de un dinamismo abrumador y deliciosamente inteligente. Haber mirado a los ojos de la muerte en primera persona, sin perder el brillo de sus propios ojos, es posiblemente su mayor proeza y la fuente que nutre su gusto por la vida.
Contarme entre sus amigos es un honor que llevo con orgullo.
* Grand Jeté. Jeté grande. En este paso las piernas se lanzan a 90º grados con un salto de altura correspondiente y un desplazamiento corporal. Se hace hacia delante, al croisée o al effacée y a todos los arabescos. Puede también ser realizado al revés con la pierna levantada al croisé o el effacé devant. El grand jeté, es precedido siempre por un movimiento preliminar tal como un glissade, pas de couru o un coupe.
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